La conciencia del entorno como medida de prevención de contagios

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En el escenario actual de la pandemia causada por el virus del SARS-CoV-2 y de las dificultades que los gobiernos a nivel mundial y la sociedad en general hemos tenido para atacarlo, acotarlo y contrarrestarlo, nos ocupa, a nivel personal, familiar o grupal, implementar medidas que ayuden a mitigar y reducir los riesgos de contagio.

Si bien el virus nos ha obligado a replantear todas las costumbres, hábitos y acciones que hasta antes de la pandemia tuvimos, por el nivel de riesgo que representa, el número tan alto de contagios y decesos, también es cierto que mitigar el riesgo tampoco está fuera de nuestro alcance.

Y el comentario no sugiere ser irresponsable o ligero ante la delicada situación que atravesamos, al contrario, lo que busca es crear consciencia plena de que tenemos el poder de reducir el riesgo que dicha situación implica, en otras palabras, está más a nuestro alcance de lo que podemos imaginar.

Entendiendo que la forma más común de contraer la enfermedad del COVID-19 es por la vía de la boca, ojos o nariz, al contacto con las manos y de que a pesar del uso adecuado de los equipos de protección personal (EPP), tampoco garantizan eliminar en su totalidad el riesgo de contagio, es el conjunto de medidas de mitigación la que nos acerca lo más posible a evitarlos. Por lo tanto, consideremos un recurso adicional para este fin: la conciencia de nuestro entorno.

Partiendo de lo señalado por la OMS, el ser humano en promedio se toca la cara más de 500 veces por día, por lo cual, debemos estar muy atentos a lo que hacemos todo el tiempo, no podemos seguir “haciendo las cosas con el piloto automático”. Y la razón de esto es muy sencilla, debemos tener en cuenta que el virus permanece activo durante periodos de tiempo relativamente largos sin importar el tipo de superficie en la que se encuentre, si la tocamos y después nos las llevamos a la cara, aumentamos el riesgo de contraer esta enfermedad biológico-infecciosa.

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Tener conciencia de nuestro entorno, de lo que hacemos, lo que tocamos, lo que no debemos de tocarnos (la cara), reduce drásticamente esos riesgos. Porque los equipos de protección personal no los utilizamos todo el tiempo.

Así que, tomando esto en consideración, y que el conjunto de hábitos es lo que nos ayudará a reducir los contagios, dejemos por ahora cuatro de ellos, y los que pongamos en práctica la mayor cantidad de veces en el día, sin importar el lugar donde nos encontremos.

  • Uso de cubrebocas y/o equipo de protección personal al estar en lugares públicos.
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  • Mantener el distanciamiento social recomendado (de al menos 1.5 metros entre cada persona).
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  • Lavarse las manos tantas veces como sea posible durante el día. Especialmente si salimos de casa o de nuestros centros de trabajo.
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  • Tener una mayor conciencia de nuestro entorno, de lo que tocamos y evitar recargarnos en cualquier lugar del que no tengamos la certeza de que está limpio y desinfectado.
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Debemos cuidarnos y cuidar a todo nuestro entorno, ya sea familiar, laboral o de cualquier otro tipo. En todos nosotros está que podamos salir lo mejor librados de esta crisis.


Alejandro Jiménez

Trazos Creativos

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